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Campeonato del Mundo de Dübendorf

Primer fin de semana de febrero y para mi será el último fin de semana de ciclocross esta temporada. El año pasado en mi último año como sub23 corrí mi primer mundial, una experiencia que nunca olvidare, este año saldré como élite con la ilusión de poder aprovechar una oportunidad de este nivel en mi primer año en la categoría.

Foto: Elisa Haumesser


El circuito no parecía tener ninguna dificultad técnica sobre el papel y el viernes por la mañana tuvimos la oportunidad de rodarlo. La base militar de Dubendorf acogía un circuito llano siendo las zonas con mayor dificultad unos taludes y varios puentes artificiales. Durante el primer rodaje, el terreno estaba húmedo y rápidamente la hierba tupia los cambios y los tubulares, pero durante la tarde del viernes el sol y el aire secaron la campa, así que el sábado el terreno estaba seco pero muy pesado.

Foto: Elisa Haumesser


En apenas tres días, las condiciones del terreno cambiaron casi radicalmente. Pasando de llover, al sol radiante y la subida de las temperaturas, hasta volver a llover el domingo.

Respecto a la participación, en todas las categorías chocaba encontrarse parrillas tan pequeñas. En el caso de las mujeres élite, 35 ciclistas formamos la parrilla.

Foto: Elisa Haumesser


Aunque el circuito no fuera rápido precisamente, estaba claro que la carrera si lo iba a ser. Y aunque con una parrilla tan pequeña era poco probable que se formara una montonera en los primeros metros, tras la primera curva un resbalón de una corredora hizo que se formara una montonera, que afortunadamente yo pude esquivar. Prácticamente desde que se encendió la luz verde del semáforo hasta la línea de meta el nivel de sufrimiento y el dolor de piernas fueron muy altos, ya que, aunque el circuito era llano el terreno agarraba bastante impidiendo que la bici corriera. Pero sin duda, a pesar del sufrimiento, es una carrera que repetiría.

Foto: Elisa Haumesser


Ha sido una oportunidad única de seguir aprendiendo y mejorando. En conjunto, ha sido una temporada de aprendizaje en la que la suerte se ha dejado ver y han acompañado los buenos resultados. Prácticamente seis meses compitiendo en las campas nacionales e internacionales, desde China hasta Suiza, muchos kilómetros en la carretera, y muchas horas de trabajo invisible. Creo que ha sido una temporada a la que no se le puede pedir más, así que después de un pequeño descanso, ¡volveremos a empezar!

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